Ohad Ben Ari, Or Levi y
Eliyahu Sharabi son los nombres de los tres últimos rehenes liberados por Hamas
en el marco de la primera fase de la tregua de 42 días pactada con la
organización terrorista para liberar a 33 secuestrados (tanto vivos como
muertos) a cambio de que Israel libere de sus cárceles a un número indecente de
presos palestinos condenados por terrorismo y delitos graves. Intercambio
descompensado de gente normal y pacífica, arrancada violentamente de sus casas, a cambio de indeseables y personas altamente peligrosas cuyo objetivo vital es matar.
El precio a pagar por
devolver a su gente a casa es un debate público en Israel que genera controversia.
La disputa sobre la percepción acerca de los objetivos de la guerra plantea
dilemas desde el comienzo de las operaciones militares que ni el gobierno ni
las Fuerzas de Defensa – las IDF – han logrado resolver. Derrocar a Hamas y
devolver a los rehenes parecía un objetivo coherente que el paso del tiempo ha
demostrado que es incompatible. El tiempo se agota, los rehenes mueren en
cautiverio, no es posible extraerlos mediante operaciones militares, la
destrucción de Hamas parece un objetivo lejano y el precio a pagar es tan
elevado para la seguridad de Israel que las soluciones radicales, como la
planteada por el presidente norteamericano Donald Trump de convertir Gaza en un
protectorado norteamericano es aceptado por el 69% de la población. La expulsión
de los palestinos de Gaza, teniendo en cuenta que los mensajes propagandísticos
de Hamas no dejan lugar a dudas de que el objetivo de volver al “diluvio de
Al-Aqsa” sigue vigente, no debería sorprender. En tiempos extremos, las
respuestas a las soluciones definitivas también son extremas, sabiendo que el
anhelo destructivo de los palestinos es incansable. Las amenazas de seguridad
no desaparecen, así que, el pensamiento mágico se impone: hagamos desaparecer a
los provocadores y que los acojan los chiflados en occidente, hiper
radicalizados e hiper subvencionados.
La preferencia por el
colapso de Hamas frente al regreso de los rehenes o la necesidad de alcanzar un
acuerdo han politizado en exceso las manifestaciones de solidaridad con los
familiares de los secuestrados. Pero el acuerdo no escrito entre el Estado y
sus ciudadanos, según el cual ningún herido, prisionero o caído se deja atrás,
es un deber moral que cobra más sentido, si cabe, ante el abandono de
asistencia por parte de las organizaciones humanitarias internacionales y la
indiferencia, ante la suerte de los rehenes aun en manos de Hamas y otras
organizaciones terroristas que se disputan la Franja de Gaza, que muestra una
comunidad internacional que ha perdido toda moralidad y sentido de decencia
ética. Cómplices necesarios de la barbarie, los medios de comunicación,
instalados en un relato confuso, replican las operaciones de propaganda de
grupos terroristas, dañando una reputación ya de por sí cuestionada.
Cuando se cumplen 80
años de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, recordar las
lágrimas de las víctimas de la Shoa empieza por denunciar a los que niegan la
magnitud de las masacres del 7 de octubre y equiparan víctimas con verdugos. Unas
atrocidades que no entran en la categoría actual de crimen contra la humanidad
por su radicalidad, por lo que se ha tenido que acuñar un término nuevo:
kinocidio. Los terroristas de Hamas perpetraron deliberadamente ataques
sistemáticos contra familias israelíes, para maximizar al máximo el sufrimiento
de las víctimas y romper uno de los vínculos más fuertes de la Vida. Celebraron
las atrocidades en tiempo real porque su culto es la muerte. Su infancia,
maltratada, son el próximo ejército que tomarán las armas y resistirán esa
ocupación imaginaria. Lo dicen sus propias madres, orgullosas de que sus hijos
mueran matando judíos en nombre de ese dios que sólo deja cicatrices en la
humanidad. Ya no sirve el Nunca más, sino el Nunca más es ahora, porque
el antisemitismo no es cosa del pasado, sino una semilla muy arraigada y
regada.
El circo de terror montado
por Hamas para devolver con cuentagotas a los 33 rehenes comprometidos en esta
primera etapa de la tregua refleja el paradigma al que se enfrenta Israel y el
desafío para un Occidente ciego. Algunos rehenes regresan a casa sólo para
enfrentarse a la devastadora realidad de que sus seres queridos se han ido. La
reconstrucción de sus vidas, a partir de sus testimonios, permite dar forma a
la crueldad sádica a la que han sido sometidos, sólo por placer, por unas
mentes perturbadas que inexplicablemente despiertan una atracción difícilmente
comprensible en las sociedades libres. Groseras muestras de odio contra Israel en
todo el mundo mientras en el infierno de los túneles, cuerpos marcados por la
tortura, la inanición, la insalubridad y el sufrimiento extremo se aferran a un
hilo de esperanza que les permita sobrevivir en esta cartografía del terror que
recuerda tanto a los tiempos oscuros que vivió Europa no hace mucho tiempo.
Vienen días muy
difíciles para Israel. Las imágenes de Ohad, Or y Eliyahu atormentan porque
demuestran que la humanidad ha vuelto a fallar. Que se necesita un cambio de
estrategia radical para romper el ciclo vital de una sociedad acostumbrada a la
violencia, el victimismo y la subvención. Y que en medio de una turba fanatizada, Israel,
el país de los judíos, a pesar de su tristeza y soledad, es aún más
fuerte.
Sensato y bien descrito. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias. Bienvenido a mi blog
EliminarMuchas gracias. Bienvenido a mi blog
EliminarSensato y bien descrito.
ResponderEliminarGracias, muy amable
EliminarBrillante publicación. Describe Vd la realidad tal cual es. Israel apostó con los acuerdos de Abraham decididemente por la paz despues de muchos años de enfrentamiento. La responsabilidad de los últimos acontecimientos es de aquellos que la rechazaron, lanzando a un acto tan criminal como cobarde, a sus grupos "proxis" para fustrar la paz, el acuerdo que se les propuso y la mano que se les tendió
ResponderEliminarMuy amable. Tristemente, la percepción de que tiene Israel de relación con su entorno no es compartida por la mayoría de sus vecinos.
EliminarExcelente texto.Comparto tu visión como judío con memoria y sobreviviente de la dictadura cívico militar argentina.Pienso que cada judío debe ser parte de las FDI Bitajon,luego de este pogrom nazi árabe con la complicidad delos anglosajones.Te felicito.
ResponderEliminarMuchas gracias. Israel tendrá que revisar su Estrategia de Seguridad Nacional, no cabe duda.
EliminarMuy buena reflexión, que permite comprender lo estéril que resulta intentar llegar a acuerdos con un grupo terrorista como Hamás y hasta qué nivel llega el odio que envenena a los palestinos de Gaza.
ResponderEliminarGracias por su aportación. Aunque resulte estéril, Israel debe llegar a algún tipo de acuerdo que le permita recuperar a sus ciudadanos. La realidad de Oriente Medio no es benévola.
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