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jueves, 27 de febrero de 2025

Quédate a mi lado


Hay días en los que es mejor no decir nada. Días en los que las palabras sobran y las imágenes lo dicen todo. Israel vive un tiempo de luto que ya dura demasiado. Son tiempos de lamento desde aquel 7 de octubre que todo lo cambió. Un día fatídico que nos recuerda el tipo de conflicto en el que está inmerso Israel, con todos los dilemas políticos, militares y morales que plantea, y que nos indica también por dónde van a ir las dinámicas regionales que no son nada favorables a Israel.

Tiempo de luto, tiempo de lamento. Imágenes congeladas en el tiempo de alegría y alivio para los que consiguen poner fin al infierno del cautiverio y se convierten en el símbolo de la resistencia frente a la brutalidad. Interrogantes por el destino de los que aun quedan en Gaza (54) en poder de esos desalmados, por las decisiones políticas y militares que se están tomando y por el precio que Israel está dispuesto a pagar para traer a todos a casa.

Toda guerra tiene una dimensión humana. Los rehenes son piezas de un intercambio político, pero también el símbolo del sufrimiento humano. La muerte de amigos, de familiares, de conocidos; la caída de 840 soldados que dieron su vida; los 5600 soldados heridos; el trauma de una sociedad herida. Cada liberación es en sí misma un trauma, y para los que salen comienza también un período de recuperación física y psicológica que los va a acompañar probablemente durante el resto de su vida. Nos quedamos con la imagen del regreso a casa, arropados, queridos, cuidados. Robamos por un instante el protagonismo a sus secuestradores y torturadores para dárselo a ellos, a sus víctimas. Aun así, no es suficiente. Porque todo lo que piensan, todo lo que hacen, todo lo que harán es malo y los israelíes lo saben. El tiempo pasa y el 7 de octubre se diluye en el tiempo para todos los que son incapaces de dimensionar que cuando la religión y el fanatismo convierte a los hombres en asesinos Dios llora.

Israel se tiñe de naranja. Yarden Bibas, un hombre roto que vuelve del infierno de los túneles de Gaza para enterrar a toda su familia, describe en pocas palabras que el valor de la vida se mide por la ética de la responsabilidad. Una nación entera sumida en el duelo. Israel ganará esta guerra, no por las batallas que estén dispuestos a librar y la voluntad de ganarlas, sino por lo que son. No por lo que hacen sino por quienes son. "Quédate a mi lado, no te vayas. Mírame desde donde estés y aléjame de las malas decisiones. Ayúdame a no caer en la oscuridad. Te quiero".

Descansa en Paz Shiri, Ariel y Kafir. Descansad en Paz todos los que os ha sido arrebatada la vida de la forma más cruel. Que la Tierra os sea leve.